Huesos de la cadera o cintura pélvica: sirve de fijación a las extremidades inferiores y está formada por dos huesos planos y grandes, los coxales, que provienen de la soldadura de 3 huesos: el ilion, el isquión y el pubis. En la cara posterior se articulan con el sacro, y en su región lateral encontramos una excavación, donde se articula con la cabeza del fémur.
Hueso del muslo: constituido por un solo hueso largo, el fémur, que va desde la cadera a la rodilla.
Huesos de la pierna: son dos huesos largos. La tibia se sitúa en la cara anterior y hacia el interior; mientras que el peroné, se sitúa más hacia atrás y hacia el exterior de la pierna. La rótula, que forma parte de la articulación de la rodilla (se halla entre el muslo y la pierna), impide que la pierna se flexione hacia delante.
Huesos del pie: al igual que los de la mano, se dividen en tres regiones:
- Tarso: que comprende siete huesos y forma el empeine.
- Metatarso: que consta de 5 huesos que forman la planta del pie.
- Dedos: formados por falanges, al igual que los dedos de la mano.
Es importante señalar algunas de las enfermedades más importantes del sistema óseo que nos ayudarán en nuestra práctica clínica:
Osteoporosis: es una disminución de la masa ósea y de su resistencia mecánica que ocasiona susceptibilidad para las fracturas. Cursa con dolores, deformaciones y es la principal causa de fracturas óseas en mujeres tras la menopausia y en ancianos. A medida que la persona envejece, el calcio y el fósforo pueden ser reabsorbidos de nuevo por el organismo desde los huesos, provocando en éstos fragilidad y haciéndolos quebradizos y más propensos a fracturas, incluso sin que se presente una lesión.
Osteoesclerosis: es la alteración opuesta a la osteoporosis y consiste en un aumento y engrosamiento de las estructuras óseas. Produce cansancio, pérdida de peso, dolores óseos y articulares y alteraciones neurológicas.
Osteomielitis: es la inflamación del hueso debido a una infección. Cursa con fiebre, dolor, espasmos musculares, hipersensibilidad, etc.
Osteomalacia: se caracteriza por la disminución de calcio en los huesos, que conservan su masa esquelética normal. Algunos síntomas son dolores, cansancio muscular, deformaciones de columna, etc.
Tumoraciones o neoplasias: de carácter benigno (fibromas y condromas) o maligno (condrosarcomas y fibrosarcomas).
Escoliosis: es una desviación lateral de la columna con rotación de las vértebras sobre las inmediatamente superior e inferior sin causa identificable. Esta desviación de la columna afecta aparentemente a estructuras tales como los hombros, la espalda y la pelvis. No duele ni afecta inicialmente a la vida de relación del paciente; sin embargo, con el paso del tiempo, una «columna desviada” se «desgasta» más y aparece la «escoliosis dolorosa del adulto».
Lordosis: es la desviación de la columna vertebral de modo que se ve una «joroba» o giba.
Fracturas: son otro tipo de patología del sistema óseo derivada de accidentes o traumatismos. Rotura total o parcial de un hueso. Va acompañada de un intenso dolor, pérdida del movimiento e inflamación de la parte afectada.
B. Sistema muscular.
Los músculos son los motores del movimiento y constituyen la parte activa del aparato locomotor (el sistema óseo es la parte pasiva). Son órganos que están formados por células alargadas, llamadas fibras musculares, dispuestas en manojos o haces. Cada fibra es una célula.
Su propiedad más destacada es la contractilidad (o capacidad para contraerse). Gracias a esta facultad, el paquete de fibras musculares se contrae cuando recibe la orden adecuada. Al hacerlo, se acorta y tira del hueso o de la estructura adherida y, acabado el trabajo, recupera su posición de reposo.
En función de las características de las fibras musculares, podemos hablar de tres tipos: liso, estriado y cardíaco.
Liso: son músculos blanquecinos, en forma de huso (alargados), que tapizan tubos y conductos y tienen una contracción lenta e involuntaria. Se encuentran recubriendo el conducto digestivo, los vasos sanguíneos o el estómago.
Estriado: son músculos rojos que tienen una contracción rápida y voluntaria y se insertan en los huesos.
Cardiaco: es un caso especial, pues se trata de un músculo estriado de contracción involuntaria y con su propio sistema de regulación (automatismo).
En este apartado se hablará de los músculos estriados que, gracias a su capacidad de contracción bajo control nervioso, son los responsables de miles de movimientos de carácter voluntario.
El cuerpo humano se cubre de unos 650 músculos de acción voluntaria.
Existen muchas clasificaciones, atendiendo a su forma, tamaño, función, etc. Pero en este apartado nos centraremos en la clasificación según su acción. De esta forma, atendiendo a este criterio, los músculos estriados se clasificarían en:
- Flexores: disminuyen el ángulo de una articulación (ej. bíceps braquial).
- Extensores: opuestos a los anteriores, aumentan el ángulo de una articulación (ej. Triceps braquial).
- Elevadores: elevan una parte del cuerpo (ej. elevador del omóplato).
- Depresores: contrarios a los anteriores, descienden una parte del cuerpo (ej. depresor del labio inferior).
- Abductores: (separadores): mueven una parte del cuerpo lejos de la línea media, separándola (ej. glúteo mediano y abductor de la cadera).
- Aductores (aproximadores): función opuesta a los anteriores; acercan una parte del cuerpo hacia la línea media (ej. recto interno y aductor de la cadera).
- Rotadores: hacen girar un hueso sobre su eje (ej. piramidal y rotador de la cadera).
- Supinadores: realizan rotación del antebrazo para que la palma de la mano esté mirando hacia delante (ej. supinador corto).
- Pronadores: de efecto contrario a los anteriores, realizan la rotación para que la palma de la mano mire hacia atrás (ej. pronador redondo).
- Inversores: dirigen la planta del pie hacia el interior (ej. tibial anterior).
- Eversores: de acción contraria a los anteriores, dirigen la planta del pie hacia el exterior (ej. peroneo anterior).
Es necesario conocer las principales enfermedades del sistema muscular o miopatías, que tienen en común la afectación global de los músculos esqueléticos. Éstas son:
Distrofias musculares: se caracterizan por una atrofia del músculo sin que exista lesión aparente en la médula. Suelen ser hereditarias y progresivas y cursan con debilidad muscular y problemas en la movilización que evolucionan a una incapacidad completa.
Miopatías metabólicas: trastornos que se producen por la alteración en la utilización de la glucosa y los ácidos grasos por los músculos para la obtención de energía. Sus síntomas son dolores musculares, debilidad muscular, calambres, etc.
Miastenia grave: una enfermedad autoinmune (el sistema inmune del paciente ataca a su propio cuerpo) en la que existe una alteración de la conducción del impulso nervioso hacia los músculos. Da lugar a visión doble o diplopía, alteración de la expresión facial, cansancio muscular, etc.
C. Sistema articular
Las articulaciones son las zonas de conexión de huesos o cartílagos próximos. Constituyen puntos de unión del esqueleto y producen movimientos mecánicos, proporcionándole a éste elasticidad y plasticidad, además de ser lugares de crecimiento. Todas ellas varían en su estructura y, con frecuencia, están especializadas en determinadas funciones.
Para su estudio, las articulaciones pueden clasificarse atendiendo a dos grandes criterios:
Según su función o fisiología.
Según su estructura o morfología.
Nos centraremos ahora en la estructura de las articulaciones sinoviales, como la rodilla, caracterizadas por la diversidad y amplitud de movimientos que permiten a los huesos. Las articulaciones sinoviales están formadas por:
Cartílago articular: recubre los extremos articulares de los huesos para facilitar el movimiento y evitar el desgaste. Es de carácter hialino.
Cápsula articular: está formada por haces de fibras de colágeno que encierran por completo los extremos de los huesos y los mantienen fijos entre sí.
Membrana sinovial: recubre la superficie interna de la cápsula articular, insertándose en los bordes del cartílago. Produce el líquido sinovial, que nutre el cartílago y lo lubrica, facilitando su deslizamiento.
Cavidad articular: el espacio existente entre las superficies articulares de los huesos. Está limitada por la membrana sinovial y llena de líquido sinovial.
Ligamentos: colaboran con la cápsula articular en mantener la unión ósea.
Las articulaciones sinoviales permiten los siguientes movimientos:
. Flexión Extensión. Abducción. Aducción. Rotación.
Algunas de ellas pueden realizar movimientos especiales como:
. Supinación. Pronación. Inversión. Eversión. Retracción.
Los tipos de articulaciones sinoviales según su forma y función son:
- Planas: articulaciones planas o ligeramente curvas. Permiten movimientos deslizantes en un solo plano (ej. esternocostal y intercarpianas).
- En bisagra: se mueven en un plano alrededor de un solo eje. Una superficie cóncava de un hueso se articula con la convexa de otro. Sólo permiten la flexión y la extensión (ej. rodilla y codo).
- En pivote o pivotantes: son uniaxiales (se mueven alrededor de un solo eje). Una superficie cónica de un hueso se articula con la depresión de otro. Facilitan la rotación (ej. articulación del cuello).
- En silla de montar: son biaxiales (se mueven en dos ejes) y las caras son cóncavas y convexas (ej. articulación carpo-metacarpiana del pulgar).
- Esféricas: son multiaxiales (se mueven en varios ejes) y muy móviles. Una superficie esférica se nueve dentro de una cavidad (ej. cabeza del fémur en el acetábulo del hueso ilíaco).
- Condíleas: son biaxiales y permiten el movimiento en dos planos (anterior- posterior, derechaizquierda) (ej. articulación metacarpofalángica).
Es muy importante saber cuáles son las enfermedades articulares, ya que su conocimiento nos ayudará a la hora de movilizar a personas dependientes. Estas son:
Artritis: es la inflamación en las articulaciones. Puede ser aguda (con gran intensidad, pero de corta duración) o crónica (cursa con menos dolor pero es de larga duración). Produce dolor articular, inflamación, eritema o enrojecimiento, aumento del calor local y disminución de la movilidad.
Artritis reumatoide en el adulto: es una inflamación crónica y progresiva que afecta a varias articulaciones, tiene carácter invalidante y su causa es desconocida. Cursa con dolor, inflamación, deformidad de las articulaciones y dificultad para la movilización, principalmente de manos y pies.
Artrosis: es una enfermedad degenerativa articular no inflamatoria que afecta principalmente a mujeres mayores de 45 años. Sus síntomas son dolor a la movilización, ligera inflamación y aumento de temperatura.
Gota o artritis gotosa: enfermedad producida por aumento de ácido úrico, con formación de cristales en las articulaciones. Produce dolor en la articulación afectada, que aumenta con la presión y el roce, acompañado de inflamación y con alteraciones del riñón añadidas.
También debemos señalar las patologías articulares producidas por accidentes o traumatismos como:
Luxación: es la separación permanente de las dos partes de una articulación. Se produce cuando se aplica una fuerza extrema sobre un ligamento causando la separación de los extremos de dos huesos previamente conectados.
Esguince: es la distensión o estiramiento excesivo de algún ligamento (fibras resistentes de tejido elástico que unen los extremos óseos en una articulación). Se produce debido a un movimiento brusco o forzado que supera la amplitud normal de estiramiento del ligamento. Denominado «torcedura» en el lenguaje común.
Como profesionales debemos tener en cuenta…
El sistema óseo, el sistema articular y el sistema muscular conforman el sistema osteomuscular o musculoesquelético que, además de realizar otras funciones, es el que nos permite ejecutar movimientos.