UNIDAD FORMATIVA 1. ANIMACIÓN SOCIAL PARA PERSONAS DEPENDIENTES
TEMA 1. PARTICIPACIÓN EN LA ATENCIÓN PSICOSOCIAL DE LAS PERSONAS DEPENDIENTES EN LA INSTITUCIÓN SOCIOSANITARIA
La dinámica de grupos y la animación sociocultural serán las estrategias elegidas para promover la participación social de los usuarios en el contexto de la unidad residencial y para motivar a las personas dependientes y dirigirlas en la gestión y dirección de sus recursos propios. Bajo este marco, las actividades a desarrollar con las personas de la institución social serán diseñadas para la atención a las necesidades fundamentales del mantenimiento de la autonomía motora, afectiva, cognitiva y social, de modo que asuman responsabilidades en el proceso de mantenerse activos e independientes
1. Fomento de la adaptación a la institución de las personas dependientes: la relación de ayuda.
En la mayoría de las personas que necesitan asistencia para la realización de sus cuidados personales y de la vida diaria, el momento del ingreso en la institución es probablemente el más delicado. El hecho de tener que adaptarse a las normas, rutinas y estilo de vida de este nuevo contexto de convivencia resulta complicado en sí mismo, provocando, la suma de todas estas circunstancias, sensaciones de estrés.
La persona que ingresa en una institución social de este tipo lo hacen debido a que no posee su propia autonomía, de forma total o en un grado importante, bien porque nunca la ha tenido o bien porque la ha perdido por causas diferentes (enfermedad, accidente, envejecimiento,…)
Entendemos por autonomía “la capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias propias así como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria”.
Esta falta de autonomía tiene implicaciones en ámbitos tan diferentes como el laboral, el educativo, lacomunicación social y la accesibilidad, de forma que la persona ve mermada su participación en actividades que otras personas sí realizan y también en el empleo, lo que puede conllevar desajustes educativos y sobreprotección familiar, factores que no hacen sino empeorar la situación problemática en la que se encuentran inmersos.
Así, en muchos casos, la persona que posee poca o ninguna autonomía no puede por sí misma desarrollar las actividades cotidianas que permiten a un individuo una vida independiente o no puede controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones personales según sus propias normas o preferencias personales. En otras palabras, porque es una persona dependiente.
La dependencia, así, se definirá como “el estado de carácter permanente en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la discapacidad, y ligadas a la falta o a la pérdida de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, precisan de la atención de otra u otras personas o ayudas importantes para realizar actividades básicas de la vida diaria o, en el caso de las personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, de otros apoyos para su autonomía personal”.
Cuando un nuevo residente ingresa en la institución, el profesional de la atención Sociosanitaria debe realizar una valoración global: ¿quién es?, ¿de dónde viene?, ¿qué necesita?, ¿cómo se puede facilitar el proceso de su adaptación al nuevo entorno?, ¿de qué forma saludable conseguirá ajustarse a este nuevo contexto de vida
Para lograr estos fines se necesita un trabajo de diálogo con cada persona, analizar con ella las causas de su situación, el momento actual y sus expectativas y deseos. Este diálogo será una parte indispensable de nuestro quehacer cotidiano. Contemplaremos una visión amplia de la persona, más allá de la identificación de indicadores de pérdida, y recopilaremos datos biográficos, recuerdos cargados de emociones positivas, etc., puesto que los propios usuarios, en función de su edad, posibilidades y desarrollo de la enfermedad limitante, deben ser parte activa en el proceso de ajuste al centro
Como profesionales debemos tener en cuenta…
Una de las grandes diferencias entre la intervención de la beneficencia y la que se pretende en los actuales servicios sociales, es la de establecer un plan de caso; es decir, una intervención distinta para cada persona interna en este recurso social.
Debemos practicar la atención socio-sanitaria lejos de aquel paternalismo que envolvía las viejas instituciones, huyendo de la idea de colocar a la persona dependiente en un centro como la última salida y nada más.
Por el contrario, supone concebir la unidad residencial (residencia, unidad de estancia diurna, centro de día, etc.) como un contexto de desarrollo adecuado; el lugar desde donde la persona trabaja para fomentar su independencia. Y para conseguirlo ofrecemos servicios especializados de enfermería, atención médica, rehabilitación, atención psicosocial,… entre otros, con el objetivo de recuperar o, al menos, mantener por el mayor tiempo posible en el individuo un grado de desempeño autónomo en su vida cotidiana
El contexto físico y social del centro puede contribuir a que la persona sea más dependiente o más autónoma. Asimismo, la calidad de las relaciones entre los residentes, o incluso entre los pacientes y el personal cuidador, facilita o dificulta la adaptación personal. Debido a que el entorno influye directamente en el pronóstico de autonomía, el equipo profesional valora el contexto y lo modifica, de modo que las condiciones residenciales se adapten a la situación funcional y cognitiva de los usuarios. Así, el espacio material y personal se modifica para atender a las distintas situaciones de dependencia. El profesional interviene sobre las condiciones materiales del centro y atiende a las necesidades individuales (fisiológicas, psicológicas y sociales) que presenta cada paciente.
Algunas enfermedades de tipo orgánico complican la situación que padecen personas con discapacidad física. En estos casos, ofrecer ayudas técnicas o adaptar funcionalmente el entorno, disminuye la situación de dependencia. Con el propósito de atender las necesidades específicas relacionadas con los factores fisiológicos, se realizan adaptaciones para la movilidad funcional.
La vulnerabilidad del sistema biológico que provoca el deterioro del movimiento, del equilibrio, de laresistencia física, etc. se puede compensar utilizando, por ejemplo, barras para la bañera o el inodoro, suelo antideslizante, barandas en las camas, andadores para que caminen con seguridad, etc.
Por otra parte, los efectos secundarios de los tratamientos farmacológicos añaden limitaciones personales. La confusión mental o los estados de agitación pueden aparecer como consecuencia de la toma de ciertos medicamentos. En estos casos, se trata de que el ambiente físico facilite la adaptación y orientación espacial y personal. Colocando relojes en la pared, calendarios con caracteres de gran tamaño o cuidando que las instalaciones se encuentren bien iluminadas, por ejemplo, atendemos las necesidades relacionadas con los factores psicológicos.
Igualmente, se observa que muchas personas que sufren enfermedades que generan situaciones de dependencia padecen trastornos mentales. La enfermedad diagnosticada más común es la depresión, que a su vez conlleva aislamiento social, apatía y deterioro funcional. Con la intención de facilitar la adaptación de las personas que se encuentran en estado depresivo y atender, de forma paralela, las necesidades de interacción social, la institución planifica un programa de animación psicosocial que contempla:
– La creación de hábitos y rutinas que estimulan a los pacientes.
– La planificación de actividades que atienden las áreas de interés de los usuarios.
– La participación activa en distintas situaciones sociales (fiestas, excursiones, etc.)
Por lo general, debido al estrés que supone la implicación en una situación desconocida, las competencias de una persona pueden mostrarse reducidas en un primer momento de adaptación.
Con el tiempo, comparando la evolución personal desde el ingreso, observaremos que mejoran aquellos aspectos referidos a las relaciones con el contexto comunitario y ascienden los logros alcanzados en los objetivos de autonomía y adaptación al entorno.
Aunque parece que la prolongación de la estancia en la institución conlleva una mayor adaptación del usuario a la dinámica residencial, señalaremos a continuación algunas de las circunstancias que pueden facilitar o complicar su proceso de acoplamiento a la vida del centro.
A. El momento del proceso adaptativo.
La entrada en una unidad residencial supone, de partida, una situación difícil de aceptar por su carácter de:
Situación extraña. Esta situación nueva produce una ruptura con la rutina y el estilo de vida anterior. En este primer momento, el usuario experimentará una pérdida de identidad personal y sentimientos de desarraigo.
Etapa de duelo. Supone que la persona acepte que ya no se vale por sí misma. Ya no consigue vivir de forma autónoma; ha de asumir la pérdida de salud o de las capacidades personales que poseía y asimilar que, debido a una patología crónica o invalidante, necesita de la asistencia de otra persona, además de la impotencia experimentada al no poder modificar esta pérdida.
Aislamiento social. Además de tener que asumir este estado de limitación corporal, la persona dependiente tendrá que aceptar el alejamiento de sus familiares y amigos. Deberá asumir que la cantidad y la forma de las interacciones con las personas más significativas, a partir de este momento, se verán modificadas. Así, en muchos casos, cuando ingresa en una residencia de
Asistidos (usuarios que necesitan de una tercera persona) los intercambios con los seres queridos se ven reducidos a las visitas y a las llamadas telefónicas. Esta pérdida relacional puede provocar sentimientos de abandono y la retirada a un mundo aislado fuera del entorno comunitario.
El sentimiento de soledad influye negativamente en la salud psicológica de las personas dependientes predisponiendo a un estado de humor ansioso-depresivo; por ello, es esencial la existencia de redes de apoyo social.
Algunos familiares entienden que visitando a estas personas de vez en cuando están cubiertas sus obligaciones de apoyo emocional. Debemos explicar a las familias la gran importancia de suparticipación en determinadas áreas de la vida de la institución social. Intentaremos, del mismo
Modo, que los familiares asuman, en la medida de lo posible, algún grado de implicación en el desarrollo de las actividades de la unidad residencial y que adquieran alguna responsabilidad en la atención de su familiar. Participando de una red de contacto social, la persona dependiente se sentirá más feliz y satisfecha.
En la Tabla presentamos algunas de las dificultades sobrevenidas a causa del aislamiento, así como diversas actuaciones positivas para minimizar la soledad y proveer de la ayuda, afecto y afirmación personal que los usuarios necesitan
Aspectos como | Dificultades derivadas | Actuaciones convenientes |
SOLEDAD Y AISLAMIENTO | – Reducción de la comunicación. – Falta de habilidades sociales. – Escasez de participación ciudadana. – Insatisfacción permanente. – Reducción de deseos, expectativas e intereses. – Atención centrada en la enfermedad/incapacidad. | – Participar en algún grupo o recurso de la comunidad (asociación vecinal, centro de ocio, iglesia, etc.). – Restaurar la identidad personal y respetar la libertad de los estilos de vida. – Favorecer las entradas y salidas del centro (ir a tiendas, dar un paseo, etc.). |
ESCASEZ DE RELACIONES FAMILIARES O RELACIONES SOCIALES | – Poco interés en el momento actual. – Recuerdo continuo y nostálgico de sus momentos del pasado. | – Favorecer los contactos familiares. – Recordar los momentos felices de su vida. – Asumir algún papel dentro de la institución (desempeñar alguna función, compartir un rol social, etc.). – Satisfacer la necesidad de divertirse |
B. Las características comportamentales de la persona dependiente.
Los problemas de conducta influyen negativamente en la adaptación a la vida dentro de la institución.
En algunos casos, la incapacidad de la familia para controlar tales comportamientos ha sido lo que ha motivado el ingreso. Nos referimos a la manifestación de alteraciones del tipo:
– Carácter desobediente, necesitando tener el control, mostrándose desafiantes con las normas y disconformes con la atención recibida.
– Rabietas, que pueden responder con agresividad ante la más mínima señal de frustracióno cuando se les contradice.
– Conciencia moral poco desarrollada, como si no mostraran arrepentimiento o no sintieran sentimientos de culpa.
– Dificultades para desarrollar la confianza mutua y dejarse atender por otras personas.
– Resistencia al contacto físico, sin poder recibir las muestras de afecto.
– Respuestas agresivas dirigidas hacia sí mismo y hacia los demás.
Estas y otras alteraciones pueden aparecer en personas con discapacidad intelectual (ver glosario) o con trastornos de conducta y pueden ser consecuencia directa del malestar producido por la enfermedad. Los desórdenes pueden ser provocados por razones muy diversas; incluso en la misma persona pueden variar de un momento a otro, bien por algún desajuste emocional o por la frustración de no sentirse comprendido, consecuencia de las limitaciones comunicativas que presenta. En este estado, un solo usuario puede ocasionar la ruptura de la dinámica del grupo e impedir que los profesionales puedan atender debidamente al resto.
Como profesionales debemos tener en cuenta…
Podemos encontrar dificultades en nuestras labores del quehacer diario cuando aparezcan severos problemas de conducta. Algunas personas pueden presentar conductas violentas o agresivas. En estos casos, otros usuarios del centro o el equipo de profesionales pueden verse expuestos a sufrir amenazas o agresiones.
Debemos ser cautelosos a la hora de interpretar las posibles causas evitando caer en las personalizaciones y en las atribuciones causales del tipo: “Siempre a mí. Lo hace para fastidiarme”. “Comprende perfectamente, la lía sabiendo lo que hace”. “Estaba tranquila y todo marchaba estupendamente, ¿por qué tiene que fastidiarlo?”
Resulta necesario desarrollar una cierta distancia emocional que nos permita alejarnos de caer en reacciones negativas hacia estas personas; de nada sirven las malas interpretaciones.
El proceso de adaptación a la unidad residencial o la aceptación de la institucionalización con carácter permanente pueden resultar unas experiencias dolorosas para algunas personas en situación de dependencia.
En la convivencia pueden desatarse situaciones de estrés cotidiano y es habitual que estos pacientes experimenten tensión emocional por lo que, como cuidadores, resultará fundamental ser un apoyo afectivo y buscar en el trabajo diario momentos para conversar con los usuarios y valorar cómo se encuentran de ánimo. De esta forma, detectaremos pensamientos, emociones y conductas que nos llamarán la atención por no ser habituales en esa persona en concreto. Aunque nuestra labor no sea la de realizar una exploración clínica, debemos valorar en qué estado se halla su capacidad física, mental e, incluso, su nivel de respuesta afectiva: pensemos por ejemplo en la importancia de detectara tiempo en un paciente dependiente ideas suicidas. Debemos tener una mirada completa de lapersona y observarla en diversas circunstancias, y especialmente si aparecen cambios repentinos en su carácter, en su apariencia física o en su comportamiento social.
Podemos valorar la reactividad emocional, entendida como la tensión experimentada y subjetiva que siente una persona en situaciones sencillas y que puede afectarle tanto negativa como positivamente.
Para ello, observaremos si el usuario es capaz de sonreír cuando le gastamos una broma, si ríe o llora indistintamente con la misma intensidad sin causa aparente,… también prestaremos atención a qué nos cuenta y cómo, etc. En función de la valoración realizada incorporaremos actuaciones personalizadas teniendo en cuenta que el ingreso en un centro con frecuencia es vivido como un proceso largo.
La adaptación al medio residencial comienza en la primera toma de contacto con el centro (que suele ser junto a la familia) y acaba cuando el usuario se encuentra en sintonía con el entorno donde vive. En la mayoría de los casos exige al residente una acomodación casi continua y diaria, tanto por las modificaciones en su estado de salud como por los cambios que pueden surgir en la institución social.
Como profesionales debemos tener en cuenta…
La acomodación al entorno se verá facilitada si los profesionales se muestran como acompañantes cercanos, permanentes y disponibles en el proceso de ajuste al nuevo entorno, siendo un apoyo en sus labores cotidianas y contribuyendo a la adaptación de usuarios, haciendo que se sientan integrados entre los demás compañeros.
Estrategias de intervención.
Para la puesta en marcha de muchas de las estrategias que utilizarán los cuidadores para llevar a cabo actuaciones de intervención, éstos recurrirán a técnicas específicas. Entre ellas, destacarán las propias de la animación sociocultural y la dinámica de grupos (la referencia a las mismas resultará habitual en la exposición teórica de este módulo y su aplicación será habitualmente propuesta en las actividades prácticas correspondientes).
La animación sociocultural (ASC) es un instrumento para la convivencia, participación y desarrollo de los usuarios de la unidad residencial que, a través de un conjunto de técnicas sociales aplicadas, ayuda a mejorar la calidad de vida y a desarrollar la propia comunidad.
Ofrece a las personas las condiciones materiales y relacionales necesarias para que el individuo mantenga o recupere las capacidades de autonomía que posee.
La dinámica de grupos trata de explicar los cambios internos que se producen como resultado de las fuerzas y condiciones que influyen en los grupos como un todo. También pretende investigar los procesos mediante los cuales la conducta individual es modificada en virtud de la experiencia delgrupo y trata de poner en claro por qué ocurren ciertas cosas en los grupos, por qué estos se comportan como lo hacen, y por qué los miembros del grupo reaccionan de la forma en que lo hacen
A. Respecto al momento del ingreso.
El ingreso en la institución social es vivido con frecuencia como una situación de estrés de gran intensidad. La vivencia de pérdida puede provocar emociones negativas, producir la sensación de fatiga mental e, incluso, que la persona experimente una extrema sensibilidad a los cambios o reaccione de forma adversa ante determinadas condiciones ambientales. El nivel de capacidad de la persona dependiente puede resultar afectado hasta el punto de padecer desorientación, pérdida de memoria o verse reducido su nivel de atención.
En función de las características de cada caso, intentaremos que el usuario conozca el espacio físico y al equipo técnico; igualmente, le presentaremos a los otros residentes y le ofreceremos claramente nuestra ayuda hasta que pueda llegar a entender dónde se encuentra en la institución social.
Hablaremos con cada uno de sus expectativas e inquietudes, de las posibilidades de futuro en el centro, de las alternativas que se pueden ofrecer desde este recurso, etc., de modo que lleguen a sentirse acompañados.
En primer lugar, se realizará una recogida de toda la información necesaria sobre el futuro residente (estado de salud, nivel de autonomía, actitud anteelingreso, etc.). Para ello se utilizarán diferentes técnicas como:
- Entrevista con la persona dependiente y la familia sobre datos sanitarios. Se informará sobre las enfermedades, medicación,contraindicaciones,régimen dietético, etc. También se valorarán las relaciones sociofamiliares como son la estructura familiar, los recursos y capacidades para realizar las AVD (actividades de la vida diaria), etc.
- Escalas de valoración. Es conveniente usar diversas escalas de valoración de la dependencia como son el índice de Katz o la escalaBarthel. También se puede realizar una valoración cognitiva de la personacon el Mini Examen Cognitivo (MEC) de Lobo.
- Incentivar la comunicación entre la familia y el usuario. Debenfomentarse reuniones entre la familia y el usuario para razonar losmotivos del traslado a un centro. Es importante que el usuario se sientaquerido y comprenda la necesidad del cambio. En estas reuniones seutilizarán técnicas de comunicación asertivas (defender los derechos sinagredir los de los otros) en cada asunto que se trate, por ejemplo:
– No presentar nunca el ingreso como un castigo ni como unabandono, sino como una opción de mejora de la calidad de vida.
– Preguntar al dependiente su punto de vista sobre la situación.
– Planear juntos la manera de actuar, la elección del centro, etc.
– En personas con demencia se les trasmitirá afecto y tranquilidad.
- Visitas previas al centro escogido. En estas visitas se le mostrará laresidencia, sus dependencias, así como horarios, tipos de comidas quese sirven, actividades complementarias que se realizan, etc.
Con todas estas actuaciones se diseñará el PLAN DE ATENCIÓN INDIVIDUAL(PAI) que consta de:
– Datos personales del usuario.
– Profesionales y cuidadores asignados.
– Objetivos a conseguir en el primer trimestre.
– Valoración inicial.
– Actividades específicas.
– Calendario de actuación.
– Horarios flexibles en las visitasy actividades.
– Permitir personalizar la habitación.
– Implicar al usuario en laelección de actividades.
– Organizar actividades conjuntascon la familia.
El período de adaptación esmuy variable (normalmenteentre 3 y 6 meses) y en algunoscasos puede no completarsenunca. En estos casosdeberá intervenir el psicólogo por si existen trastornos subyacentes
La incorporación a la vida del centro se hará según el Plan de Atención Individual (PAI).
B. Acerca de las relaciones familiares.
Debemos fomentar que las familias se conviertan en miembros cada vez más presentes y activos enla vida de la residencia. Así, intentaremos que no sean meros visitantes ocasionales y que durante lasvisitas no se limiten a observar y tener contacto con sus seres queridos como algo externo a la vida de la unidad residencial.
La estrategia del acercamiento familiar comienza haciéndoles saber a estas personas que supresencia activa resulta una pieza clave en el proceso de adaptación del paciente a la vida del centro.
A través de las visitas, llamadas y otros contactos habituales se puede realizar una labor muyimportante de motivación y acercamiento al contexto residencial. Además, podemos trabajar la mejorade la calidad de las relaciones familiares invitándoles a participar, junto con su familiar en situación dedependencia, en actividades grupales.
Los momentos de visitas y los demás contactos que las familias realizan deben ser aprovechados, porparte de los profesionales, para tratar de establecer vínculos que permitan una buena coordinación enla intervención de cada caso.
B. Para evitar los sentimientos de desarraigo y la pérdida de identidad como seres sociales.
Conviene que, desde el centro, el referente del equipo técnico que asuma talesfunciones mantengacontactos con personas clave de la comunidad y así dar a conocer el trabajo de la residencia y susobjetivos con las personas que aquí se atienden. De este modo es posible que se acabe con losprejuicios sociales yse trabaje para conseguir una mayor integración ciudadana.
Si analizamos el contexto del barrio donde está ubicado el centro encontraremos recursos (porejemplo: asociaciones, cine, etc.) u otros espacios externos donde puedan participar los usuarios.
Podemos encontrar posibilidades para la normalización de estas personas y su inserción en lacomunidad.
Aunque sigue siendo poco frecuente que las personas institucionalizadas tengan amistades en elbarrio, participen en actividades de la comunidad, traigan visitas a la residencia, etc., se trata defavorecer, en la medida de lo posible, la adquisición de las habilidades sociales y el adecuado uso delos recursos comunitarios cercanos a la institución social.