Se entiende por primeros auxilios al conjunto de actuaciones, tratamientos y cuidados de emergencia y de carácter no profesional que se dan a una persona de forma inmediata y provisional en caso de accidente o enfermedad repentina y que se prolongan solamente hasta la llegada de personal sanitario especializado.
Los primeros auxilios tienen como objetivos conservar la vida; prevenir complicaciones físicas y psicológicas, evitando el deterioro antes del tratamiento definitivo; y ayudar a la recuperación para devolver al paciente a una vida normal.
Es necesario tener en cuenta que las personas que proporcionan primeros auxilios no son sanitarias y, si lo son, no tienen material ni medios para realizar técnicas médicas avanzadas. No obstante, una situación de emergencia puede producirse en cualquier momento y lugar, por lo que debemos saber identificarla y estar preparados para actuar rápidamente.
Como hemos dicho, la prestación de primeros auxilios tiene un carácter no profesional, por lo que la persona que los aplica debe ante todo evitar «producir más daño”, actuando de forma inteligente, sabiendo de los recursos de que dispone y adoptando un «riesgo calculado”. Es esencial mantenerse sereno y actuar rápidamente.
Se trata, en definitiva, de aplicar unos conocimientos y técnicas sencillas que pueden hacer posible que la persona auxiliada se mantenga con vida hasta la llegada de los servicios sanitarios de emergencia. Por ello, sería recomendable que todos los ciudadanos contaran con algunos conocimientos en primeros auxilios; es decir, que la formación en esta materia tuviese un carácter universal.
En todos los casos, debemos tener presente que «los primeros auxilios no son tratamientos médicos.
«Son actuaciones de emergencia para reducir los efectos de las lesiones y estabilizar el estado del accidentado”
1. Reconocimiento de las situaciones de riesgo: protocolos y normas sobre cuándo intervenir. Avisos a las profesionales responsables.
Hablamos de emergencia o urgencia médica cuando encontramos una lesión o enfermedad que plantea una amenaza inmediata para la vida de una persona y cuya asistencia no puede ser demorada.
De esta forma, todas aquellas situaciones en las que las funciones vitales de la persona (consciencia, respiración y circulación) pueden verse comprometidas, son susceptibles de intervención.
A. Orden de actuación
Debido a que en aquellos casos de emergencia en los que se necesitan realizar atenciones de primeros auxilios es necesario actuar rápidamente, conviene tener presentes ciertas reglas nemotécnicas o de asociación mental que permitan recordar fácilmente el orden en que se debe actuar. Un ejemplo de regla mnemotécnica puede ser el siguiente
(P) Proteger: Proteger a la víctima y al resto de personas (tú incluido) del foco que origina el daño.
(A) Avisar: Pedir ayuda; esto es, avisar al equipo de emergencias sanitarias.
(S) Socorrer: Se trata de poner en práctica las medidas de auxilio imprescindibles para mantener con vida a la persona y dejar el resto de las acciones a los profesionales.
B. Protocolo
Ante una situación de emergencia, debemos mantener unas actitudes concretas y actuar según un protocolo establecido que favorecerá que nuestra actuación sea beneficiosa para el paciente. Así, además de los principios generales ya comentados, deberemos:
- Conservar la calma: es fundamental para poder actuar de forma correcta.
- Evitar aglomeraciones que podrían empeorar el contexto en que se encuentra el herido (exceso de calor, falta de ventilación o luz,…) y dificultar la actuación de los sanitarios.
- Imponer nuestra autoridad en beneficio del bienestar del accidentado y de su más pronta evacuación a un centro hospitalario.
- No mover al paciente, muy especialmente si ha sufrido traumatismos, a menos que sea necesario para realizar las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP).
- Llamar a los servicios de emergencia a la mayor brevedad.
- Realizar un primer examen al accidentado para evaluar si está en riesgo de muerte inmediata para, de ser así, intentar mantenerle con vida hasta la llegada de los servicios médicos.
- Tranquilizar al paciente.
- Mantener al enfermo caliente, especialmente si hay pérdida de sangre.
- Traslado adecuado. Evitar el traslado del herido en coche particular (podríamos agravar sus lesiones al introducirlo en el vehículo y también durante el trasnporte) y esperar, siempre que sea posible, a la llegada de sanitarios cualificados y de un vehículo adecuado.
- No medicar. Solamente el médico puede medicar al paciente. Tampoco le daremos nada de comer ni de beber (ni siquiera agua)
C. Evaluación del estado del accidentado
Por norma, en un primer momento, deberemos realizar una evaluación del estado del accidentado esto significa recabar toda la información que nos sea posible respecto al paciente y el accidente ocurrido para orientar nuestra actuación y facilitar la de los equipos médicos que posteriormente le van a atender.
Así, realizaremos una evaluación que tendrá dos fases complementarias y consecutivas:
a) Evaluación inicial del estado de la persona accidentada y del accidente ocurrido.
Valoraremos sus constantes vitales:
. Conciencia: si está consciente o no.
. Respiración: comprobaremos que respira y si lo hace con alguna dificultad.
. Circulación sanguínea: examinaremos la actividad del corazón (si late con normalidad) y si hay hemorragias.
b) Evaluación secundaria; se trata de un examen más detenido del estado del accidentado.
Comprobaremos si existen lesiones importantes: buscaremos fracturas de miembros o columna vertebral; y golpes recibidos en la cabeza, tórax o espalda que pudieran producir lesiones o hemorragias internas.
D. Cadena de supervivencia.
Ante situaciones como éstas, es de gran valor conocer lo que se denomina cadena de supervivencia.
Con este término, la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) define «las acciones que conectan a la víctima de un paro cardiaco súbito con su supervivencia” e incluye la siguiente
Secuencia:
- Rápida identificación de la situación de urgencia y petición de ayuda a los servicios de emergencia.
- Rápida aplicación de técnicas de resucitación cardiopulmonar (RCP)
- Desfibrilación. Ya es bastante normal en instituciones y empresas contar con un Desfibrilador Externo Semi-Automático (DESA) que reconoce el ritmo cardíaco del paciente y puede realizar la desfibrilación en caso necesario.
- Soporte Vital Avanzado (SVA) y tratamiento posterior a la resucitación. Tendrán como objetivo el mantenimiento de las funciones vitales, centrándose, muy especialmente, en el corazón y el cerebro. Será siempre realizado por personal sanitario con los recursos materiales necesarios.
E. Principios éticos fundamentales
Al intervenir en este tipo de situaciones se deben recordar siempre los principios éticos fundamentales que en todo momento habrán de respetarse y que son universalmente conocidos:
- Beneficencia: El móvil prioritario de la actuación es la conservación de la vida, considerándose ésta como un valor fundamental del ser humano.
- No maleficencia: Evitar toda acción que pueda tener efecto negativo sobre el bien deseado para el
- Autonomía: Respetar las decisiones del individuo sobre las actuaciones que vamos a realizar si las tuviese tomadas de antemano. En caso contrario, prevalece la decisión de los profesionales médicos.
- Justicia: Con un uso racional de los recursos al respecto de la supervivencia, pero con un respeto permanente de que «ante la duda, siempre hacer RCP (Reanimación Cardiopulmonar Básica)”.